Úbeda,
Navidad de 2017
Estimados cofrades, hermanos y amigos:
Un año más toca a su fin, y poco a poco se acerca
el final de mi etapa como Hermano Mayor en nuestra amada Cofradía, el venidero
2018 será un año vital e importante para nuestro futuro cofrade, y quiero
aprovechar para animaros a participar en la vida de nuestra Cofradía, en su día
a día, compartir con todos la emoción, la alegría, la fe, la felicidad y
también los momentos de nerviosismo, de dolor, de trabajo. Porque todos los
momentos, mejores y menos buenos, son importantes y únicos, son la vida de una
centenaria Cofradía como la nuestra, y son la historia que estamos escribiendo
constantemente y en la que todos podéis ser protagonistas activos. Os invito a
vivir desde dentro a la Cofradía del Santo Entierro de Cristo y Santo Sepulcro,
las puertas han estado, están y estarán siempre abiertas.
Dicho esto, quiero aprovechar estas fechas para
desearos a todos unas muy felices fiestas y una Navidad cargada de
sentimientos, fe, devoción, espiritualidad, amor y siempre en la compañía de
vuestras familias y seres más queridos.
Cristo ha nacido y Dios hecho hombre da sentido
pleno a nuestra fe, siendo camino y luz para la humanidad. Hoy la iglesia que
todos formamos, revive el momento de asombro y felicidad que vivieron en Belén
hace más de dos mil años. Ese momento es el comienzo de nuestra renovada fe,
del sentido verdadero de nuestra vida.
Hemos llegado a este día en el que el pesebre nos
muestra la luz, la señal que Dios nos envía, un niño inofensivo, recién nacido,
envuelto en pañales y acostado sobre un pesebre, frágil y débil, como muchas
veces lo es nuestra fe, por eso, debemos ver este día como el comienzo del fin
de nuestras tinieblas, del miedo y de la angustia. Hoy es el día en el que como
hicieron los pastores en Belén, debemos fortalecer y renovar nuestra fe,
contemplemos esta señal que nos renueva un año más, en nuestra vida personal,
en la familia, en el grupo de amigos, en la Cofradía, en la parroquia, en
nuestras comunidades, en todo entorno que acoja el amor de Dios encarnado en el
niño Jesús.
Hoy como hizo María de Nazaret, mostramos al mundo
a Jesús, el que “proviene del Espíritu Santo” (Mt 1,20).
Hagamos que esta festividad que celebramos, este
día importante en nuestras familias no sea un día más, que este día sea el día
de la esperanza, donde nace Dios, debe haber esperanza. Que sea el día del
recuerdo a los que no están, y del amor a los que están, día de fe y oración,
de hablar con Dios y aprender a escucharle en sus señales durante nuestra vida.
Día de caridad, para que sepamos compartir nuestro tiempo, nuestro amor,
nuestros bienes y nuestro conocimiento, todo es importante para compartirlo. Y
sobre todo, día de amor y de paz, donde el niño Jesús nos sirva de recuerdo de
todos esos niños que son víctimas de las guerras, de los abusos de los hombres,
de la violencia, y que también nos recuerde a los muchas veces olvidados
ancianos, esos mayores que se esforzaron por dejarnos un mundo mejor, que en
muchas ocasiones fueron esclavos de su trabajo y su familia, y hoy se
encuentras solos y desamparados. Que tengamos presentes a las mujeres
maltratadas, y a los hombres que sufren el lado inverso del maltrato de género,
cualquier tipo de maltrato debe ser condenado, y hoy debemos fortalecernos para
denunciarlo, ser críticos reales en la sociedad y ser ejemplarizantes con
nuestros actos. No olvidemos a los enfermos, de tantos tipos, de tantas clases,
de tantas y tantas dolencias mentales y corporales. Hoy Jesús debe hacernos ver
que somos importantes y necesarios para culminar su obra, sembrar el bien,
compartir y ayudar a los que nos rodean.
Pues en este día en el que la humilde cueva en
Belén, acoge el nacimiento de Dios entre nosotros, os deseo la mayor felicidad,
que disfrutéis este día con alegría, con amor y con sentido de pertenencia a
algo tan grande como es la obra de Dios.
¡Feliz Navidad!